Una de cada tres mujeres inmigrantes en España es contratada como empleada de hogar para realizar tanto tareas de limpieza como de cuidados personales (a niños, enfermos, adultos mayores...). La implicación de este colectivo en la realización de estas tareas es tan amplia que diversas investigaciones sitúan al servicio doméstico como la vía de entrada al mercado laboral en España. Eso significa que el espectro de posibilidades de incorporación laboral de las mujeres inmigrantes es muy poco variada y únicamente se las requiere para la realización de las tareas que tradicionalmente se asignan al sexo femenino. Sin tener en cuenta la formación la trayectoria laboral iniciada en sus países de origen estas "mujeres globales" son importadas como mano de obra barata y flexible. La respuesta institucional es contradictoria pues mientras aprueba una política de inmigración rígida y que mantiene a la población inmigrante en la irregularidad al mismo tiempo ofrece subvenciones a las ONG para promover políticas de inserción sociolaboral entre este colectivo. A continuación vamos a analizar como se desarrollan estas tensiones en el caso español.
El mercado laboral al que acceden las mujeres inmigrantes en España se caracteriza por una elevada presencia de actividades relacionadas con el sector servicios. Hostelería, servicio doméstico y comercio se han convertido en los principales “nichos laborales” a los que accede este colectivo. Los datos de la Encuesta de Población Activa (fuente de información más utilizada para conocer la posición de los individuos con respecto al mercado laboral) señala que el 34,9% de las mujeres extranjeras están ocupadas en tareas relacionadas con el servicio doméstico, el 18,7% trabajan en hostelería y restauración y el 12,9% aparecen vinculadas a actividades comerciales. Es decir, tan solo tres ramas aglutinan cerca del 70% de todas las trabajadoras inmigrantes.
Esta relevante concentración laboral femenina destaca, sobre todo, cuando comparamos las cifras con respecto a los hombres extranjeros. El colectivo masculino accede a un mercado de trabajo con una gama más amplia de actividades, entre las que destacan, construcción (26,4%), comercio (14,1%), industria manufacturera y extractiva (12,1%), hostelería (12,1%) y agricultura (9,5%).
Si bien, tanto para los hombres como para las mujeres inmigradas existe un mercado laboral segregado en ocupaciones en las que destaca su precariedad e irregularidad laboral, la situación es más preocupante para el colectivo femenino debido a las mayores dificultades existentes para efectuar una transición laboral hacia otras actividades no relacionadas con el rol tradicional asignado a las mujeres y, sobre todo, tienen más probabilidades de que exista un desequilibrio entre el nivel formativo adquirido en sus países de origen y la actividad que desempeñan en España.
Además, la crisis económica actual, aunque se ha manifestado principalmente destruyendo trabajo masculino asociado a la construcción y los niveles de desempleo son por primera vez en la historia de España, más elevados entre los hombres (la tasa de paro masculina es del 33%) que entre las mujeres (la tasa de paro femenina es del 27%), es necesario incidir sobre políticas específicas que faciliten la integración laboral femenina. La escasa gama de puestos de trabajo ofertados a las mujeres extranjeras y las dificultades para la obtención de un permiso de trabajo provocan que, en la mayor parte de los casos, su incorporación al mercado de trabajo español esté vinculada al servicio doméstico y al cuidado de personas dependientes. Algunos estudios como el realizado por el Colectivo IOÉ titulado “Inmigración y dependencia” (2005) resaltan que el 90% de las ofertas laborales destinadas a mujeres extranjeras están relacionadas con estas tareas. La escasa regulación de estas ocupaciones y su inserción en la economía sumergida introducen a este colectivo en un círculo vicioso de irregularidad y precariedad del que difícilmente pueden escapar hasta la obtención de los permisos necesarios para su residencia legal en el país.
Población extranjera ocupada según rama de actividad y sexo, 2010
Por ello, el año de llegada o el tiempo de permanencia en España será un factor clave para determinar el nivel de integración laboral. La situación es más complicada para las recién llegadas. Teniendo en cuenta que la inmigración es un fenómeno novedoso en nuestro país y que la llegada de los flujos migratorios ha sido especialmente intensa en el período 2000-2005, es probable que un número relevante de mujeres se encuentren en situación irregular y, por tanto, precaria. Cualquier política de integración destinada a este colectivo debe conocer la distribución de la población extranjera según los años de residencia en España. La Encuesta de Población Activa también ofrece información a este respecto y nos muestra unas cifras importantes de población recién llegada puesto que el 43,5% lleva menos de cinco años residiendo en el país pero también se va notando un porcentaje relevante de personas que se encuentran asentadas y establecidas permanentemente puesto que el 40,7% lleva viviendo en España entre seis y diez años. A pesar de esta notable permanencia en el país, el porcentaje de extranjeros con contratos de trabajo temporales todavía dobla al de los españoles. Frente al 41,9% de inmigrantes con contratos de trabajo temporales, la cifra desciende al 21,9% para las personas españolas (EPA, 2010).
Población extranjera según años de residencia en España, 2010
Fuente: Encuesta de Población Activa, 2010 IIT
Población ocupada según tipo de contrato y nacionalidad, 2010
Fuente: Encuesta de Población Activa, 2010 IIT
La temporalidad, la precariedad y la irregularidad son las características más llamativas del mercado laboral al que acceden las mujeres extranjeras. Y estas peculiaridades resaltan en mayor grado si tenemos en cuenta el nivel de formación académica de este colectivo. En contra de muchos de los prejuicios de la opinión pública, el grado formativo de las mujeres extranjeras presenta una mayor solidez que el de las mujeres españolas. El porcentaje de personas con un título universitario es igual entre ambos colectivos (en torno a un 18%) pero, el porcentaje de mujeres foráneas con estudios secundarios supera en diez puntos porcentuales a la cifra de las mujeres nativas. Mientras que el 58,9% ha cursado estudios secundarios esta cifra desciende al 46,95 de las españolas.
Tras estos datos cabe confirmar que los trabajos a los que acceden las mujeres inmigrantes no están relacionados con sus niveles académicos ni por tanto con sus expectativas, situación que deriva en un claro desajuste con respecto a las actividades laborales que desarrolla este colectivo.
Nivel de estudios de las mujeres extranjeras y españolas, 2010
Fuente: Encuesta de Población Activa, 2010 IIT